viernes, 4 de mayo de 2018

PENDIENTES DE UNOS PENDIENTES

Son ya varios años, y los que nos quedan, explicando a propios y extraños, en su mayoría mujeres paradójicamente, los motivos por los que nuestra hija no lleva pendientes y ni siquiera tiene los agujeros hechos en sus orejitas. Tras muchas conversaciones intentando ser educados en vano, cuando los violentados somos nosotros por tener que justificar una decisión que hemos tomado libremente y en conciencia, decidimos pasar al plan B. Llevamos un tiempo contestando que nuestra hija no es ganado al que haya que marcar. Vamos coleccionando las distintas reacciones y sacaremos conclusiones cuando la muestra sea representativa, pero causamos furor en algunas personas.Y tenemos la sensación de que muy pocos padres se han visto en la situación contraria.

Como nos temíamos, hemos llegado al punto en que incluso ella empieza a preguntarnos por qué es la única niña de su clase sin esos abalorios. También se cuestiona por qué siempre acude en chándal al colegio y a los cumpleaños a los que la invitan, en lugar de ir vestida de princesita como sus iguales. Suponemos que algún día nos agradecerá que optáramos por ese vestuario mucho más apropiado para disfrutar en parques de juegos.
Rebuscando para intentar encontrar una pregunta similar en su hermano, solo se me ocurre ésta: papá, por qué no tengo PlayStation como los de clase? Da que pensar.

Nos tranquiliza saber que nuestra decisión no es irreversible, como sí lo hubiera sido la contraria, y que ella misma podrá acabar con la misma si lo estima necesario y oportuno en el futuro.

Resulta incómodo a veces no secundar las tradiciones arraigadas, pero entonces uno piensa en las muchachas que arriesgan su vida por intentar quitarse el burka, o las que son sometidas a la ablación, por poner solo dos ejemplos, y se siente ridículo ante esas otras crudas realidades que existen en nuestro planeta.

En estos días tan duros en los que hemos conocido la sentencia del denominado caso de la manada, y en la que una parte del país ve una violación, si no once, otra parte ve una orgía (incluido uno de los jueces del tribunal), y dos jueces ven una continuación de abusos sexuales sin violencia o intimidación, quiero compartir esta simple y humilde historia como reflejo de que las mujeres deben poder hacer con su cuerpo lo que estimen oportuno. En cualquier ámbito de la vida. Su libertad es sagrada y los demás sólo podemos y debemos tratar de aconsejar y respetar. Ellas deciden el sí, el no o el ya me lo pensaré.

Y eso empieza por que los padres nos planteemos si algunas decisiones que tomamos involuntariamente, no empiezan a marcar un camino, hasta en los más insignificantes detalles.

De momento, si nosotros tenemos que estar justificando una decisión tan irrelevante, qué camino la espera por delante a la pobre...

No hay comentarios:

Publicar un comentario