lunes, 9 de abril de 2018

ASILO A LAS DIVISAS

Más de 41.000 extranjeros obtuvieron  la visa gold entre septiembre de 2013 y diciembre de 2017. Tras un arranque titubeante por las condiciones exigidas, en 2015 se aprueba un cambio normativo que evita la necesidad de conseguir un visado provisional, alarga la autorización de residencia a dos años renovables cada cinco y facilita el reagrupamiento familiar. Ya con esas facilidades, las cifras se disparan hasta los casi 14.000 beneficiados el último año (la mitad aproximadamente familiares). Todos ellos, principalmente chinos y rusos, vienen con una chequera bajo el brazo ya que han invertido más de 3.000 millones de euros, principalmente en viviendas de lujo. Pero también aumenta el riesgo de abusos y corrupción, según el nada sospechoso FMI, así como la posibilidad de que delincuentes se acojan a esta opción para dejar atrás un pasado turbio en sus países.
En el otro lado de la moneda, nuestro país no dió tantas facilidades a quienes no buscaban invertir en ladrillo, sino su propia supervivencia. De las 31.120 solicitudes de asilo recibidas en 2017, se resolvieron 13.350 expedientes, con la concesión únicamente de 595 estatutos de refugiado y 4.080 reconocimientos de protección subsidiaria. El resto no encontraron refugio en nuestro país y casi 40.000 esperan aún una respuesta porque los medios disponibles no son suficientes para el número de solicitudes.
Si buscamos cifras de reagrupamiento familiar en esta cruz de la moneda, no resulta fácil conseguirlas, pero en 2015, se concedió a 327 personas el visado familiar.
El contraste es hiriente. Y la celeridad con la que se atiende a unos y otros en función de su capacidad económica, indigna. Especialmente porque, en todo caso, quienes solicitan asilo precisan de una respuesta mucho más urgente que quienes se interesan por un chalet.
Y ya puestos, por qué no dejamos de perseguir a quienes tratan de devolvernos un trocito de la mucha dignidad que nos hemos dejado en el camino, como Helena Maleno y Open Arms?

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