Abandonadas las pérdidas, llegó el momento de privatizar el 49% de AENA, pero nuestros gobernantes se quedaron cortos a la hora de valorar la compañía en lo que algunos consideran algo más que un simple error. El primer día de cotización en bolsa, las acciones se revalorización 12 €uros, pasando de 58 a 72€. Solo en esa jornada, algunos fondos de inversión ganaron más de 800 millones. O lo que es lo mismo, los españoles perdimos 800 millones. En el aniversario de la salida a bolsa, la acción alcanzó los 94€ y así ha seguido hasta los casi 170 actuales. Con esta evolución, no es de extrañar que el fondo TCI consiguiera vender los títulos adquiridos con una revalorización del 190%. Un negocio redondo. Así que no es de extrañar que los grandes fondos presionen al Gobierno para que se desprenda del 51% restante, aunque se resista, de momento.
En lo que a los españoles respecta, mejor no echen cuentas. Nosotros ya pagamos los aeropuertos. Ahora nos toca conformarnos con la mitad de los dividendos que se generen y con imaginarnos el destino de los mismos, porque el Gobierno no se digna a aclararlo. Si acaso, alegrarnos por que un compatriota, Jaime García-Legaz, ocupe la presidencia de la compañía, aunque si buceamos en su brillante currículum, siempre nos quedará la duda sobre la influencia que pudiera tener en su nombramiento, su estrecha vinculación al PP. Por repasar someramente: asesor en el Gabinete de Presidencia del Gobierno, Director del Gabinete del Secretario de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información, Director general y responsable del Departamento de Bienestar y Educación del Gabinete del Presidente del Gobierno, diputado durante dos legislaturas por Murcia, Secretario de Estado de Comercio, presidente del ICEX... Vamos, que ha cogido muchos aviones a lo largo de su vida.
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