domingo, 25 de febrero de 2018

PLUS VA LÍAS

Ya que no nos da la gana tomar medidas de verdad para acabar con la economía sumergida y la evasión de impuestos, tenemos que buscar la forma de dar de comer al monstruo de la manera más cómoda posible. Y normalmente eso pasa por inventar impuestos para los ciudadanos de a pie, mientras se diseñan exenciones y bonificaciónes para las grandes empresas. 
Es el caso del impuesto de Plusvalías. No hace falta explicarle nada a quien lo haya padecido en sus propias carnes, pero como me encanta hacer sufrir a la gente, ahondaré en la herida.
Uno se compra una casa. Basta con que sea la vivienda de uso habitual y no tener la intención ni la capacidad de aumentar el patrimonio con un chalet en la playa o en la montaña. Pues eso. Paga los impuestos correspondientes a la hora de hacerse propietario. Olvídense, por supuesto, de abonar un IVA reducido, por aquello de tratarse de un bien de primera necesidad, reconocido como un derecho básico en nuestra Constitución. Por si fuera poco, tendrá que pagar religiosamente su IBI cada año, por hacer uso de su nuevo hogar. Y cuando llega el momento de vender, malvender (a esto segundo ya le están poniendo coto los tribunales) o de dejar en herencia esa propiedad pagada con el sudor de su frente, llega el Montoro de turno de cada municipio y reclama su parte. ¿Su parte? Sí, su parte. 
Se me ocurren pocos impuestos más injustos que éste. Por si fuera poco, a la progresividad en su aplicación ni se la espera... Es verdad que cuantas más son las propiedades recibidas o vendidas, más se paga. No iba por aquí la cosa. Pero si hablamos de una herencia recibida por dos hermanos, siendo uno millonario y el otro pobre de solemnidad, adivinen lo que le tocará a pagar a cada uno, y eso aunque no tengan la menor intención de vender el inmueble porque, por ejemplo, su madre o padre va a seguir viviendo en el mismo porque disfruta el usufructo.
Pero claro, cuando ves que por más fechorías que cometas, esos corderitos te van a seguir votando, pues pierdes la vergüenza y acabas con este tipo de prácticas.
Me pregunto qué pasaría si los votos en blanco se reflejasen en los parlamentos y ayuntamientos, y no solo sirvieran para beneficiar a las fuerzas más votadas (hay que ver lo bien que se han montado el chiringuito para sacar rédito hasta del voto de castigo). 25% de votos en blanco, pues 25% de sillones vacíos toda la legislatura... Tal vez no sería suficiente para que una parte de nuestra clase política recuperase la dignidad y el respeto hacia sus gobernados, pero al menos nos ahorraríamos unos euritos cada año y nos sobran necesidades en las que emplearlos...
Capaces serían de aumentar el número de sillones para compensar así el enfado ciudadano. Pero a nosotros, siempre nos quedaría la opción de aumentar el porcentaje de votos en blanco en cada elección...

No hay comentarios:

Publicar un comentario